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martes, 15 de octubre de 2019

de Víctor del Árbol.


Título: Antes de los años terribles.
Autor: Víctor del Árbol
Editorial: Destino, 2019.
Páginas: 464.

SINOPSIS.

«Antes de los años terribles yo era un niño feliz en ese lugar. La felicidad parecía el estado natural de la vida, algo tan obvio como que cada mañana salía el sol. Los primeros rayos de luz se colaban entre las ramas de palma del techo aquella mañana en la que todo empezó a cambiar.»

La vida de Isaías volvió a empezar el día que llegó a Barcelona siendo un muchacho y dejó atrás su mundo. Después de mucho tiempo ha construido una nueva vida junto a su pareja, mientras intenta abrirse camino con un negocio de restauración de bicicletas. Todo cambia el día que recibe la visita de Emmanuel, un antiguo conocido que lo convence para que regrese a Uganda y participe en un encuentro sobre la reconciliación histórica de su país.

Aceptar esa propuesta hará resurgir un pasado que Isaías creía haber dejado atrás. Se verá forzado a enfrentarse al niño que fue, mirarlo a los ojos sin concesiones y perdonarse a sí mismo, si quiere seguir adelante con su vida y no perder a su mujer, que pronto, y de la peor manera, descubrirá una terrible verdad: no siempre lo conocemos todo de aquellos a quienes amamos.

Cuando se ha llegado demasiado lejos, huir no es una opción.

IMPRESIÓN PERSONAL.

He leído este libro durante el verano, o sea hace más de un mes, porque ha sido en mi mes de vacaciones. El otro día en el trabajo charlando con unos informáticos de un tema que no viene a cuento, les puse como ejemplo y a modo de broma, que nadie de la empresa iba a viajar a Uganda. Yo misma me sorprendía  y más tarde me preguntaba ¿de donde me ha salido a mi esto de Uganda? Podía haber puesto como ejemplo cualquier país de estos super-recónditos donde es difícil que vayamos a viajar, pero a mi me salió Uganda. Lo cierto es que desde que leí el libro de Víctor del Árbol, Uganda y sus gentes no se me van de la cabeza. Debe haber decenas de "Ugandas" en el mundo. Países que pasan por mil vicisitudes, donde ocurren miles de barbaridades ¿humanas? y donde la vida no vale más que la de un animal salvaje que tiene más o menos suerte dependiendo de una serie de elementos que ni siquiera puede controlar.

A mi me encanta como escribe Víctor del Árbol y me da igual si lo hace de una cosa o de otra o si la estructura es diferente, o si me lleva más lejos o más cerca, en España o donde Cristo perdió el mechero. Todo lo que narra es relevante, te remueve la conciencia, te hace sufrir ante una realidad que se anuncia cada día en el telediario mientras charlas de tus tonterías laborales con tu familia y te comes un buen plato que los de la tele nunca han podido disfrutar. Por eso lo que Víctor escribe siempre te duele. Duele porque consigue que centres la atención sobre hechos que a diario te pasan desapercibidos porque no quieres mirarlos y duele porque te das cuenta de lo banales, estúpidos y egoístas que somos los "desarrollados" occidentales, sin ir más lejos, nosotros mismos.

La sinopsis del libro explica unos hechos que yo no voy a repetir ni a ampliar. Son solo hechos que te transportan a un país donde todo es duro, donde apenas los niños y las niñas sonríen porque son raptados, violados y convertidos en ejércitos al servicio de guerrilleros que se pelean solo para verificar "quien la tiene más grande", sin un proyecto de país, sin una idea, aunque sea utópica, sobre un mundo ideal.

Como siempre tanto hechos y acontecimientos que suceden, ambientación y escenarios y, sobre todo, sentimientos, miedos, alegrías y decepciones te llegan tan hondo que te asusta. Unos personajes tan reales que no quiero conocerlos más a la mayoría de ellos. Me encantaría pensar que no existen en realidad. Que todo esto no es más que ficción. Pero mucho me temo que no. Que hay muchos como ellos y hasta peores que ellos porque siempre somos capaces de superarnos al mal. Me queda la esperanza de que muchas víctimas acaban salvándose aunque en sus mentes, esa gran herida nunca pueda cicatrizar del todo.

Sin duda, lo recomiendo.


martes, 4 de diciembre de 2018

de Víctor del Árbol.


Título: Por encima de la lluvia
Autor: Víctor del Árbol
Editorial: Destino, 2017
Páginas: 512

SINOPSIS.

Miguel y Helena se conocen en una residencia de ancianos en Tarifa, a una edad en la que creen haberlo vivido todo ya. A Miguel le asusta volar. A Helena le da pánico el mar. Los dos tienen hijos adultos y sienten que les han relegado a un plano casi ornamental. El dramático suicidio de un compañero de la residencia les abre los ojos. No quieren pasar sus últimos días recordando y añorando tiempos supuestamente mejores. Y juntos decidirán emprender el viaje de sus vidas, en el que descubrirán que nada es definitivo mientras queden ilusiones que perseguir. 

Mientras tanto, en la lejana ciudad sueca de Mälmo, la joven Yasmina, hija de inmigrantes marroquíes y que sueña con ser cantante, vive atrapada entre el cuidado de su autoritario abuelo Abdul y el desprecio de su madre, para quien Yasmina es una vergüenza porque trabaja para un sueco de pasado turbio. Y vive un romance secreto con el subcomisario de la Policía sueca, un hombre mayor e importante. 

Estos tres personajes dibujan una historia sobre el sentido del amor y sobre lo extraordinarias que pueden llegar a ser las personas comunes. 

Pasado, presente y futuro se entremezclan en este viaje desde Tánger en 1955 hasta Mälmo en 2014, metáfora de un viaje mucho más importante: el de vivir siempre intensamente.

IMPRESIÓN PERSONAL.

Enfrentarse a una novela de Víctor del Árbol es siempre un reto. Cuando me pongo a ello, y lo he hecho con todas sus novelas menos con la primera en que ignoraba todo de él, sé de sobra que me va a remover por dentro. No son novelas para entretener. Son historias para ponerte delante lo que no queremos ver, ni siquiera mirar de reojo para no perturbar nuestro bienestar y seguir con nuestras vidas. Y esta novela de Víctor remueve y mucho porque afronta muchos temas que todos tenemos muy cerca y a los que el paso del tiempo nos lleva de manera irremediable: la vejez y la soledad de las personas que están en esta etapa de la vida.

"- Siempre estamos huyendo, desengáñate. La diferencia, lo que nos convierte en viejos, es que nosotros huimos hacia atrás y los jóvenes huyen hacia delante."

Por encima de la lluvia nos cuenta la historia de Helena y de Miguel, dos personas mayores que coinciden al final de sus días en una residencia de ancianos. Tienen poco en común, más allá de la vejez y de la soledad que les acompaña desde que deciden pasar sus últimos días en ese lugar. Pero allí, el suicidio de otro residente, les sirve a ambos de revulsivo para iniciar un viaje activo con el que pretenden aprovechar sus últimos días, sobre todo, Miguel que tiene alzheimer, y realizar algunas empresas a las que nunca se habían atrevido, incluida la de amar. Un viaje lleno de vicisitudes para los dos, en los que muchas veces se ve claramente el desdén con el que se trata a las personas mayores, la condescendencia que adoptamos, como si fueran tontos o no entendieran y también ese no verlos por mucho que los miremos. Un viaje en el que el autor nos pondrá delante de la vejez y de su tratamiento, el miedo al paso del tiempo y a la muerte, el tiempo perdido que nunca se recupera, lo que se valora lo no importante frente a las pequeñas cosas que no solemos valorar hasta que las perdemos, la enfermedad y el maltrato hacia las mujeres y, sobre todo, el olvido y la soledad a la que se ven abocados.

Por otro lado, el autor nos lleva a Mälmo donde conoceremos la historia de Yasmina, una chica de origen marroquí, que vive con su abuelo Abdul y su madre, utilizada por ambos desde que nació para tapar sus propias miserias y su propio pasado lleno de deudas y cuentas pendientes que Yasmina ha tenido que asumir. Seguramente esta sea la parte más negra de la novela, una historia prácticamente independiente de los acontecimientos que van sucediendo a Helena y Miguel en su aventura, aunque tarde o temprano el autor nos muestra los puntos de unión que existen entre algunos de los personajes.

¿Qué más contaros? Una historia impecable, como siempre, unos personajes tan reales como contundentes a los que te acercas de puntillas para conocerlos en profundidad porque así te los dibuja con gran maestría el autor, junto con cientos de reflexiones tan inteligentes como duras. Un continuo enfrentarse a una realidad a la que nunca queremos mirar de frente pero también un canto a la esperanza, una recomendación para vivir la vida plenamente y no quedarnos nada por el camino porque pocas veces hay tiempo para volver sobre nuestros pasos.

No os digo más. Como siempre pasa con Víctor del Árbol, hay que leerla, poco a poco, con serenidad y con la cabeza despejada para degustarla a tope.


miércoles, 7 de septiembre de 2016

de Víctor del Árbol.


Título: La víspera de casi todo
Autor: Víctor del Árbol
Editorial: Destino, Premio Nadal, 2016
Páginas: 416.

Resumen oficial.

Germinal Ibarra es un policía desencantado al que persiguen los rumores y su propia conciencia. Hace tres años que decidió arrastrar su melancolía hasta una comisaría de La Coruña, donde pidió el traslado después de que la resolución del sonado caso del asesinato de la pequeña Amanda lo convirtiera en el héroe que él nunca quiso ni sintió ser. Pero el refugio y anonimato que Germinal creía haber conseguido queda truncado cuando una noche lo reclama una mujer ingresada en el hospital con contusiones que muestran una gran violencia. 

Una misteriosa mujer llamada Paola que intenta huir de sus propios fantasmas ha aparecido hace tres meses en el lugar más recóndito de la costa gallega. Allí se instala como huésped en casa de Dolores, de alma sensible y torturada, que acaba acogiéndola sin demasiadas preguntas y la introduce en el círculo que alivia su soledad.

El cruce de estas dos historias en el tiempo se convierte en un mar con dos barcos en rumbo de colisión que irán avanzando sin escapatoria posible.

Impresión personal.

Este año en San Jordi, con otras compañeras bloguer@as, intenté ver a Víctor del Árbol y que me firmara este nuevo libro, tal y como ya hizo en la anterior Feria del Libro de Madrid con El peso de los muertos. Lo cierto es que el ritmo vertiginoso de San Jordi, al ser todo concentrado en un día, impidió, por las grandes colas, que me viniera de Barcelona con el libro. Pero en esta ocasión, mi pequeña ciudad de Badajoz me trajo al autor a la Feria del Libro y como contamos con una Feria pequeñita, también tiene la ventaja de ser mucho más cercana y más accesible que la de las grandes ciudades y pudimos charlar y nos pudo contar muchas cosas del libro, de sus motivos y de la temática. Y Víctor nunca decepciona, al menos a mi.

Reservé la lectura del libro para las vacaciones  de verano porque sé de sobra que los libros de este autor necesitan sosiego y exclusividad. Son historias para vivirlas y sentirlas y puede que, en muchas ocasiones, una se sienta vapuleada o zarandeada sin remedio. Ya he leído el resto de libros de Víctor del Árbol y en todos he tenido esa experiencia: te remueve por dentro y muchas veces tienes que dejar de leer para respirar y resituarte de nuevo en tu mundo y en tu espacio vital. Esta nueva novela no ha sido menos. Una novela comprometida con el pasado, un pasado muy difícil de dejar atrás, duro y doloroso, un pasado que siempre regresa porque necesita ser cerrado con dignidad e, incluso, mediante la venganza, pero cerrado al fin y al cabo para que los personajes puedan mirar de nuevo al frente. Y es que el presente de todos los personajes es un presente inútil y prescindible hasta el punto de que a ninguno le importaría estar muerto. Germinal, por ejemplo, uno de los personajes principales, todos los días se mete la pistola en la boca intentando apretar ese gatillo que se le resiste. Son vidas, todas ellas llenas de pasado, de un pasado que se come el presente y no deja opciones de futuro porque nunca fueron capaces de cerrar las heridas.

La víspera de casi todo me ha resultado un libro duro. Víctor nos cuenta unas historias atroces casi sin darnos cuenta. Sin sangre, sin vísceras y descripciones escabrosas, podemos sentir el pavor de los niños ante los pederastas, violadores y abusadores; el pánico y el odio acumulado de los presos políticos en dictaduras como la argentina; el desequilibrio de las mentes perturbadas en la infancia. Y el presente muerto sin un futuro por delante. Como siempre en las novelas del autor, las tramas se desarrollan de forma paralela con múltiples regresos al pasado de mano de cada personaje y acaban confluyendo aunque este pasado haya sido independiente. Me encanta la forma de entrelazar las historias que tiene el autor, como consigue llevar al lector de un pasado a otro, de un lugar a otro sin tregua para que te pases todo el tiempo preguntándote lo que tendrá que ver una cosa con la otra y haciendo quinielas, mientras aprendes una parte de Historia que siempre son historias para no olvidar, para que en el presente no se repita, para que nuestro futuro sea más halagüeño que el de sus personajes.

Diría que estamos ante una novela coral, una novela donde todos los personajes son relevantes y todos cuentan con un pasado, incluso los niños, que han marcado sus acciones presentes y lo que sienten hacia un futuro que vislumbran imposible. Una novela negra de ritmo pausado porque la vida de cada personaje que necesitamos conocer para entenderlos se nos antoja inamovible. Una novela con tintes históricos donde el pasado de todos está tan presente en ellos, que todos acaban contándonos su historia. Necesitan de algún modo que los entendamos como si se estuvieran justificando por lo que hacen y cómo actúan en el presente. Germinal Ibarra vive marcado por los hechos que le acontecieron en su infancia en el Hospital psiquiátrico en el que estaba recluido su padre, un preso político de la dictadura franquista y por los acontecimientos más recientes que acontecieron en Málaga cuando descubrió al pederasta que había asesinado a una niña, Amanda, la hija de la rica Eva Mahler; Paola, una mujer que anda huyendo de su pasado y se esconde en el lugar más recóndito de Galicia, la Costa da Morte y encuentra en Daniel, un extraño adolescente con una extraña amiga, su refugio. Mauricio y Dolores, un argentino y una portuguesa que en su soledad compartida esconden un pasado lleno de dolor y muerte.

Me han parecido unos personajes rotundos, asentados, tanto como sus vidas, sus durísimas vidas. A veces he pensado cuando leía la historia de alguno de ellos que cómo se puede seguir viviendo habiendo pasado por esas situaciones, cómo se levanta una todos los días habiendo vivido y sentido tanto dolor. Pero ahí siguen ellos, intentando cerrar heridas para conseguir dar carpetazo al pasado y seguir levantándose.

Y, finalmente, la ambientación agreste, cortante y violenta de la Costa da Morte. He visitado este verano esa zona de Galicia y por eso he podido colocarme sin problemas ante esos acantilados salvajes y libres que las olas moldean a su antojo, sin contar con nadie, libres. Un lugar perfecto donde refugiarse, donde la civilización se adentra con dificultad y la soledad se comparte. En ese lugar viven y comparten su pasado Paola, Mauricio, Dolores y Daniel. Cada uno a su manera, sin interferencias del exterior. Y también, el autor nos traslada a Alemania y a Argentina cuando Mauricio nos cuenta parte de su historia vital, una historia cargada de dolor, injusticia y rencor.

Es difícil hacer una conclusión de un libro de este autor. Su manera de escribir, de enlazar las historias, la profundidad de las temáticas que trata y la conciencia de saber que aunque sea ficción, son problemáticas reales y hechos históricos que realmente ocurrieron en otras "carnes", todo ello unido a unos personajes contundentes, culpables e inocentes bien definidos, fáciles de identificar aunque complejos con vidas complicadas y duras, hacen que Víctor del Árbol sea un autor que nadie debería obviar ni perderse.


viernes, 4 de marzo de 2016

de Víctor del Árbol.



Título: El peso de los muertos
Autor: Víctor del Árbol
Editorial: Castalia, 2006.
Páginas: 392.

Resumen oficial.

Esta es una historia sobre la memoria y sobre el modo en que construimos el pasado según nos conviene.

Noviembre 1945: Nahum Márquez va a morir en el patíbulo. 

Noviembre 1975: Lucía regresa a Barcelona desde el exilio con las cenizas de su padre y con los fantasmas que la esclavizan. Franco agoniza, y con él una España que encarna el comisario Ulises, dispuesto a una última batalla con su propia decrepitud, a manos de una España emergente, la de Gilda y sus amigos que nada le deben al pasado excepto, quizá, una pátina de romanticismo. El encuentro entre Lucía y el comisario, temido pero inevitable, enfrentará dos mundos, el de los vivos y el de los muertos que viven a lomos de estos. 

Durante treinta años cada personaje que tuvo que ver en la muerte de Nahum Márquez ha inventado sus propios recuerdos de cómo fue aquella historia de amor y tormento. Es una ficción que les permite vivir más allá de lo que realmente ocurrió y que les pone a salvo del dolor y de su propia responsabilidad. Pero Lucía está cansada de huir y de mentirse. Ya no puede con el peso de los muertos. Quiere la verdad, pero la verdad es como un espejo lanzado contra el suelo: rompe la realidad en mil pedazos. Y los demás no están dispuestos a permitirlo. No pueden hacerlo porque eso sería aceptar lo inaceptable: que durante treinta años han vivido una mentira sin darse cuenta de que el Mundo ha pasado de largo y los ha dejado en el andén. Y si una muerte se cubre con otra muerte, el silencio se convierte en el mejor de los pasados.

Autobiografía del autor.

Soy el hijo mayor de una familia numerosa. Mis padres llegaron a Barcelona cuando todavía no era una ciudad olímpica ni postmoderna. Mi padre fue boxeador, legionario y mil cosas más. Mi madre es una mujer menuda, silenciosa y de una increíble inteligencia emotiva. Ella nos impuso ir cada día a la biblioteca del barrio, para poder trabajar por las tardes limpiando.

A los 14 años quise ser misionero, gracias a un sacerdote de barrio, el Pere Adell. Gracias a él ingresé en el seminario diocesano de Nuestra Señora de Montealegre, durante los que son, sin duda, los mejores años de mi vida: de compañeros, de estudios, de vivencias. Interno, lejos de casa, donde otros veían prisión yo encontré libertad.

Me enamoré de una chica, y a los dieciocho años le pregunté a Dios si podría aceptar a un sacerdote incapaz de respetar el celibato. Esa misma pregunta se la hice al rector del Seminario, Monseñor Prats, y la respuesta fue que no, así que abandoné mis estudios y me puse a buscar trabajo.

Un día vi a un policía Nacional en la calle. Una madre estaba abofeteando salvajemente a su hijo pequeño. El policía se bajó del coche patrulla, detuvo a la madre y se sentó en la acera con el niño. Parece ridículo, pero eso me hizo pensar. Quise ser policía, o algo por el estilo. Me gradué como Mosso d'Esquadra en el 92, el año mágico de Barcelona... ¿quién podía dejar de soñar con un futuro mejor? La Escuela, la escolta en el domicilio de Pujol, El Palau de la Generalitat, la Protección de Menores, mil destinos que han ido dejando un cierto poso de desengaño, pero ¿sabe? aún me acuerdo de ese policía nacional, y gracias a él sigo creyendo en mi trabajo al margen de ideologías o políticas que cambian cada cuatro años.

Impresión personal.

Seguramente, si no hubiera tenido el blog, no hubiera sido hasta este año que yo hubiera conocido la existencia de Víctor del Árbol y no hubiera leído ninguno de sus libros. Y digo hasta este año porque como todos sabéis por estos lares Víctor del Árbol hoy está en todos los medios gracias a haber conseguido el Premio Nadal 2016 por La víspera de casi todo, un libro que no tardaré en leer porque si algo tiene Víctor del Árbol es que es "garantía de calidad literaria". En mi tierra sería Denominación de Origen, "Pata Negra" o "Producto Singular". Ese autor, que leas lo que leas de él viene a llenar un vacío literario que necesitas todos los años y que difícilmente otras lecturas pueden llenar con tanta intensidad.

Por eso, cuando hace casi un año, me encontré de casualidad con este libro perdido en una estantería de mi librería habitual, no tuve dudas, por mucho que fuera su primer libro, un libro que además consiguió el Premio Tiflos de Novela en 2006. Después de leer La Tristeza del Samurai, Respirar por la Herida y Un Millón de gotas, El peso de los muertos ya os adelanto que me ha encantado también. Se nota el nacimiento de un gran autor, pero se nota también la calidad a futuro que desprende lo que vendrá. Y a los hechos me remito y el futuro de Víctor acaba de comenzar. Además, por qué no decirlo, el autor me cae genial, como autor y como persona.

El peso de los muertos relata, como el resto de sus libros, una historia a dos tiempos con tanta fuerza y tanta potencia, que sus personajes se ven arrastrados por ella. No sólo pesan los muertos en esta historia, los del pasado y los del presente más reciente de la novela (1975 antes de la muerte de Franco), sino que pesa toda la historia entera, los hilos que la entretejen, los sentimientos enfrentados que la arropan y la provocan, el miedo y la cobardía (o valentía, según se mire) que la sostiene y el desenlace tan difícil que puede o no puede llenarnos de esperanza o de todo lo contrario.

El peso de los muertos es una novela negra porque negro es lo que sucede, negros y oscuros son sus personajes y negro es el periodo histórico en que todo sucede, el del pasado (1945) y el más reciente (1975). Es también, por ello, en gran parte una novela histórica. Bien documentada, estupendamente ambientada en una Barcelona también negra y siniestra. Resulta curioso observar esta ciudad, como otras, desde diferentes perspectivas en función de las temáticas literarias y de las épocas en que nos movemos según estemos leyendo una cosa u otra. Pero no hay duda de que la Barcelona que nos muestra Víctor vive una época aciaga y gris. O, al menos, yo lo he sentido así en todo momento.

La trama se desarrolla en dos hilos temporales. Uno primero, en la posguerra española, comenzando con la ejecución de Nahum Márquez acusado del asesinato de la mujer del General Quiroga, una mujer, Amelia, de la que estaba profundamente enamorado. A partir de este comienzo, nos retrotraemos al pasado de la vida de Nahum, una vida marcada por la tragedia del suicidio de su abuela. En este pasado no sólo conoceremos su historia, sino los hilos que han ido ligándolo a Amelia Quiroga, a su marido, el General franquista Quiroga y a Ulises, el moro, Comisario de la Brigada Político-Social del franquismo.

Otro hilo temporal se desarrolla durante 1975, en los días previos a la muerte de Franco, días en los que Lucía de Dios decide regresar a España con su marido Andrés, un prestigioso abogado laboralista, y abandonar una cómoda vida en Viena para enfrentarse a un pasado que la persigue y poder esparcir las cenizas de su padre en su país natal. En su regreso conocerá a Liviano y a Sor Amparo, enfermo psiquiátrico y enfermera respectivamente, que llevan treinta años conviviendo en un Hospital Psiquiátrico.

Un verdadero puzzle de cientos de piezas negras, grises y, muchas de ellas, la mayoría, opacas. Hilos que se cruzan y se ahogan entre ellos. Pasado y presente de odio, venganza y miserias humanas.

Personajes, algunos marcados por su época pero responsables de lo que hacen casi todos y de lo que hicieron en el pasado.

El peso de los muertos es una novela sobre la vileza humana, esa que se vuelca sobre la debilidad de otros cuando el poder más terrible se ejerce con conocimiento y con un deseo premeditado de hacer daño. También es una historia sobre el peso del pasado, ese pasado que "nunca fue mejor" y que hiere e, incluso, denigra y mata.

¿Recomendable? Totalmente.





martes, 28 de octubre de 2014

de Víctor del Árbol.

Si algo tengo claro antes de empezar esta reseña es que con este autor no hay fallo que valga. Este año me estrené con él leyendo Respirar por la Herida y luego La Tristeza del samurai para seguir con este Millón de Gotas y todas han sido lecturas "diez" como creo que serán todas las que caigan en mis manos de Víctor. Ya tengo su primer libro El peso de los muertos para completar todo lo que ha publicado y sé que es una apuesta segura que me hará pasar unos ratos inolvidables.


Título: Un millón de gotas.
Autor: Víctor del Árbol.
Editorial: Destino, 2014.
Páginas: 700.

Resumen oficial.

Gonzalo Gil es un abogado metido en una vida que le resulta ajena, en una carrera malograda que trata de esquivar la constante manipulación de su omnipresente suegro, un personaje todopoderoso de sombra muy alargada. Pero algo va a sacudir esa monotonía.

Tras años sin saber de ella, Gonzalo recibe la noticia de que su hermana Laura se ha suicidado en dramáticas circunstancias. Su muerte obliga a Gonzalo a tensar hasta límites insospechados el frágil hilo que sostiene el equilibrio de su vida como padre y esposo. Al involucrarse decididamente en la investigación de los pasos que han llevado a su hermana al suicidio, descubrirá que Laura es la sospechosa de haber torturado y asesinado a un mafioso ruso que tiempo atrás secuestró y mató a su hijo pequeño.

Pero lo que parece una venganza es solo el principio de un tortuoso camino que va a arrastrar a Gonzalo a espacios inéditos de su propio pasado y del de su familia que tal vez hubiera preferido no afrontar. Tendrá que adentrarse de lleno en la fascinante historia de su padre, Elías Gil, el gran héroe de la resistencia contra el fascismo, el joven ingeniero asturiano que viajó a la URSS comprometido con los ideales de la revolución, que fue delatado, detenido y confinado en la pavorosa isla de Nazino, y que se convirtió en personaje clave, admirado y temido, de los años más oscuros de nuestro país.

Una gran historia de ideales traicionados, de vidas zarandeadas por un destino implacable, una visceral y profunda historia de amor perdurable y de venganza postergada; un intenso thriller literario que recorre sin dar respiro la historia europea.

Impresión personal.

Antes de entrar directamente en el libro me gustaría comentar mis sentimientos y es que si algo caracteriza a las novelas de Víctor es que una siente. No es que te guste la  historia más o menos o te identifiques con los personajes, o que los ambientes esten bien definidos o no. Las novelas de Víctor del Árbol tienen un valor añadido para mi y es que me hace sentir cada vez que la tomo y la suelto. Muchas veces incluso sentimientos contradictorios por su contenido o por la propia contradicción en que muchas veces una vive cuando se enfrenta a situaciones que nunca se había planteado y que el libro te pone frente a la cara. Cada vez que he soltado la novela he sentido rabia y estupor, miedo y desesperanza, comprensión y cariño, ternura y fatalidad, impotencia y confianza. Una serie de sentimientos muy variopintos dependiendo de la época en que estaba leyendo, el personaje que participaba y los hechos, sobre todo, los hechos. Unos hechos demoledores y oscuros que Víctor nos va descubriendo a su ritmo y al ritmo que desea que los vayamos desgranando para que te vayan haciendo efecto en el corazón y en el cerebro. Las novelas de Víctor son novelas para sentir. Claro que pasan cosas, muchas cosas pero quizás lo importante no es que las cosas pasen sino tu actitud ante lo que pasa y la actitud de los personajes. Por eso muchas veces consigue que te enfrentes a ellos, que los juzgues, los perdones y te reconcilies con algunos y busques con empeño la esperanza que, sin duda, deja abierta en algún resquicio que tienes que vislumbrar. Tu decides si la tomas o la dejas, como la vida misma, Víctor me hace decidir si rendirme al desastre o seguir luchando aunque no sea más que "una gota en el océano de la vida".

En realidad las novelas de Víctor son sagas familiares, todas entrelazadas, familias con secretos brutales, por eso son secretos, porque son duros y crueles, unos secretos personales y familiares que te calan el alma a ti y a cada uno de los personajes. Todos los personajes tienen heridas; mientras más cerca de los hechos trágicos de partida se encuentren, la heridas son más profundas y la sed de venganza mayor. De esas heridas y de esa sed de venganza surge el presente que nos dibuja Víctor. Una mujer desesperada se suicida aparentemente después de asesinar al, a su vez, asesino de su hijo. Y digo aparentemente, porque en esta novela todo es apariencia, todos esconden tan bien sus secretos que parecen lo que no son, que actúan como no se espera de ellos pero todos a su manera y en su proporción hacen daño a alguien. Todos son culpables de algo, aunque sólo sea de no saber o de no querer saber, de callar o de no poder hablar. Es igual, se unen víctimas y culpables y acabas por no diferenciarlos. Las víctimas del ayer se acaban convirtiendo en los culpables de hoy y se ceban con las generaciones siguientes que sin saberlo arrastran viejas deudas que los marcan de por vida o los determinan en la muerte.

Las novelas de Víctor del Árbol no son para contarlas ni siquiera para reseñarlas. Hay que vivirlas leyéndolas. Te transportan en el tiempo, te llevan a lugares donde no quisieras nunca haber ido pero, por contra, quieres conocerlo todo, todo lo que pasó, todo lo que pasa y como lo hace y cómo reaccionan los protagonistas de las consecuencias del pasado. Laura, Gonzalo, Irina y Anna, Elías y Esperanza, Alcázar e Igor, todos ellos forman parte de un entramado temporal de tragedias personales provocadas en un momento histórico donde algunos de ellos, víctimas de la situación tomaron decisiones trascendentales que acaban de marcarlos de por vida a ellos y a sus hijos y nietos. Nada es justo, ninguno seguramente es culpable porque las circunstancias los empujaron, pero ellos eligieron y aún en la actualidad también tienen una posibilidad de elegir si quieren romper con ese pasado injusto que los persigue. Unos personajes muy duros, incluso llenos de maldad y de odio. Pero también otros que miran con los ojos abiertos lo que ocurre a su lado sin entender bien de donde viene tanta desgracia.

En definitiva, una novela que desgarra en lo más profundo, una historia dentro de la historia real de mucha gente anónima, una obra para leer despacio y con un buen asidero pero también para disfrutar una manera de escribir que no te deja indiferente, que te recuerda lo vulnerable que somos y lo fuertes que podemos llegar a ser cuando estamos en situaciones límite.


domingo, 6 de abril de 2014

de Víctor del Árbol.


Quizás sea un error o quizás no, pero lo cierto es que desde que leí Respirar por la herida me hice incondicional de este escritor añadiendo a ello que me encantan muchas de las cosas que escribe en 140 caracteres en twiter. Mensajes cortos pero con un gran contenido, la mar de las veces de tipo social.

Sin embargo, gustándome tanto no sabía que sus padres procedían de Extremadura, como él mismo me dijo cuando le pregunté sobre uno de los escenarios de La Tristeza del Samurai, y mi tierra aparece en la novela como un homenaje a esta región en la que se anclan sus raíces. Como cualquiera puede entender, me encanta que una parte de la novela me sitúe en un terreno bien conocido y que mi tierra forme parte de esta ejemplar novela. Desde aquí vaya mi agradecimiento al autor por esta cercanía.

Título: La tristeza del Samurai
Autor: Víctor del Árbol.            
Editorial: Alrevés, 2011.          
Páginas: 416.                            


Resumen Oficial.


Extremadura 1941 / Barcelona 1981

Dos tramas se desarrollan de forma paralela; una en Extremadura en el año 1941; la otra en Barcelona en 1981. Un crimen cometido durante la posguerra española produce consecuencias en tres generaciones de la familia Alcalá y en aquellos que se han cruzado en sus vidas durante cuarenta años. Complots, secuestros, asesinatos, torturas, violencia machista, son algunos ingredientes de esta fantástica novela.

Con un estilo descriptivo pero no por ello lento, el autor narra los acontecimientos ocurridos y poco a poco va entrelazando los personajes de ambas tramas, entrando en la psicología de cada uno de ellos.

El resultado es una magnífica novela de intriga e investigación, de sentimientos y rencores, de amor y odio, de ambición y dolor, de hipocresía y sobre todo de culpa, una lacra que se transmite de generación en generación, donde los hijos heredan los delitos de los padres y los nietos los de sus abuelos.

Una novela que atrapa al lector desde el primer momento.

Impresión personal.


Hace ya unas semanas que leí La Tristeza del Samurai, pero me ha pasado con ella lo mismo que ya me pasó con Respirar por la herida: una novela que me ha impactado en lo más hondo. Con estas dos lecturas creo que ya no resulta atrevido pensar que Víctor del Árbol tiene un estilo propio, que no se parece a nadie escribiendo y que cualquier cosa que escriba me dejará con la misma sensación de plenitud porque sé que he tenido en las manos una "joya literaria".

La tristeza del samurai tiene una trama perfectamente encajada; un puzzle complejo que de forma pausada pero constante se nos va revelando. Y lo que se nos revela es una profunda historia de maldad, venganza, odio y rencor donde todos los personajes son culpables. Nadie se salva de las circunstancias que rodean a varias generaciones cuyas raíces se anclan en los años de posguerra en Extremadura. Lo único que diferencia a muchos de sus personajes es que unos son malas personas de condición y otros tienen una maldad diluida por las circunstancias de sus antecesores.

Son muchos los personajes, hombres y mujeres, viejos y jóvenes, que se dibujan a lo largo del libro. A todos ellos los vamos conociendo perfectamente aunque aquello que los relaciona sólo encaja en su momento y en su lugar en ese gran puzzle que el autor va armando. 

Tierra de Barros-Extremadura
Dos épocas y dos ambientes relacionados. Uno la Extremadura de posguerra, una Extremadura que encontramos también muy bien dibujada en libros de Inma y Dulce Chacón o incluso de Camilo José Cela. Un ámbito rural corrupto y desigual, de señoritos y cuasi esclavos analfabetos; de miedo a la autoridad representada en muchos pueblos por el ejército, la guardia civil y la iglesia. Otro, Barcelona en los días previos al golpe de Estado del 23-F aunque también pasa por Madrid y por el frente ruso y el papel de la División Azul en ese frente. Pero no es un libro de historia. Los hechos históricos sólo le sirven al autor para mostrarnos alguna parte más de los hechos que acontecen a algunos de los personajes y para profundizar en sus motivos y en esa cantidad de espinas que todos tienen en sus corazones. En algunos casos, esos hechos pueden provocarte ganas de perdonar o de justificar las terribles acciones que cometen, pero realmente, ninguno es inocente y casi todos son víctimas.

Me hubiera gustado pensar que no existe gente así en nuestros días, que todo lo que Víctor nos relata es ficción pura y dura muy bien escrita pero ficción al fin y al cabo. Pero viendo aún cómo hoy en día aún se impide a muchas familias recuperar a sus familiares fallecidos en los años de guerra y posguerra, quizás Víctor no esté tan lejos de una realidad que obviamos. Para eso hay un refrán muy español que dice "ojos que no ven, corazón que no siente". Y los personajes de La Tristeza del samurai han visto, han vivido y sienten, ¡vaya que sí!.

El único "pero" que le pongo a la novela es el título. Si no se accede a recomendaciones, reseñas o similares, el título confunde a cualquiera que lo vea en una librería aunque dentro de la historia se encuentra perfectamente la explicación del mismo.

El resumen casi sobra. Nadie debería dejar de leer esta novela. Estáis avisados.





miércoles, 12 de febrero de 2014

Después de leer Respirar por la Herida de Víctor del Árbol que ya es una de mis mejores novelas inolvidables, cómo podía negarme a realizar esta Lectura Conjunta que nos propone L@ky de Libros que hay que leer para el mes de marzo.



La Tristeza del Samurai me atrae no sólo ya por la manera de escribir de Víctor, sino porque además de ser una novela "negra" parte de ella se desarrolla o se refiere a Extremadura, mi tierra, con lo cual triple motivación para mi.

La lectura empezará el próximo día 10 de marzo, así que aún hay tiempo de sobra para apuntarse ¿os animáis? Seguro que os merece la pena.


miércoles, 15 de enero de 2014

DE VÍCTOR DEL ÁRBOL.


"Eduardo conocía esa sensación: la quietud, exasperante y perpetua, la seguridad de que nada es mutable: Podía ordenar a sus piernas moverse hacia la derecha, uno, dos, tres metros, tocar la pared, hacer el movimiento a la inversa y topar con esa misma pared. Tenía la certeza de no moverse, de ser como aquella escultura petrificada. A la ausencia de pensamientos minúsculos y cotidianos, a la concentración de todos ellos en uno solo, redundante, grotesco y absorbente, su doctora lo llamaba locura.
Pero el no estaba loco. Sólo estaba muerto."



Resumen. (Oficial)


 Quizás Dios juega a los dados con nuestro destino, desperdigando las piezas de un rompecabezas que siempre vuelve a unirse de un modo u otro. Acaso sea el azar el que nos arrebata aquello que más amamos, pero puede que todo lo que nos ocurre sea simplemente el resultado de nuestros propios actos.


Estas son las preguntas que atormentan a Eduardo, un pintor para quien nada tiene sentido tras la muerte de su mujer y su hija, hasta que una famosa violoncelista, Gloria Tagger, le encarga el mayor reto de su vida: pintar el retrato de Arthur, un empresario de pasado incierto. Aceptar ese encargo desencadena una espiral de emociones y acontecimientos trágicos que succiona inevitablemente a cuantas personas le rodean. Con cada pincelada, Eduardo va abriendo puertas que habría sido mejor mantener cerradas, pero que, una vez abiertas, nada ni nadie podrá volver a cerrar.

Con una trama perfectamente urdida y una intensidad descarnada de dolor y culpa, pero también el ansia de vivir, Respirar por la herida desborda los límites de sus protagonistas con una precisión y una psicología digna del maestro en que se ha convertido ya su autor, Víctor del Árbol.

Impresión.


He pensado unas pocas horas como enfocar esta reseña porque creo que es muy complicado escribir lo que he ido sintiendo leyendo esta novela... mejor dicho, esta pedazo de novela. Resultado final de la misma es que he quedado exhausta y añorando tanto ser real que la impregna y me he quedado con ganas de más. Parece contradictorio esto que digo y lo es, lo reconozco, pero es una novela tan dura, tan profunda, tan bien escrita, tan genialmente hilvanada y tan realmente humana que me ha parecido hasta obsceno mi papel de espectadora ante tanta desgracia humana, entendiendo por desgracia no sólo los hechos aciagos que acontecen a los personajes y que les marcan de por vida, sino aquello en que se han convertido los propios personajes y la complicidad silenciosa, como siempre, de la sociedad que les rodea.

He encuadrado esta novela en el Reto de Cruce de Caminos Negro y Criminal pero en realidad no creo que sea una novela negra. Lo que si ha sido para mi es una historia negra. Todo en ella es negro menos la forma de expresarse del autor y la descripción (mejor dicho, la exquisita pintura) que hace de los escenarios. Todos los personajes, en distinto grado, son desgraciados, la mayoría de forma trágica: Eduardo, Olga, Gloria, Arthur, Ibrahin, Maribel y Who, Graciella y Sara... Todos tienen grandes heridas, las mayoría profundas, pero siguen respirando, no por cada poro de sus cuerpos, sino por sus heridas, por sus pasados, por sus tragedias. Las tragedias de cada uno de ellos es lo que marca en esta novela la igualdad entre los personajes. No es una novela de buenos y malos, de polis y delincuentes; es una novela donde todos los personajes son víctimas y culpables y lo primero que han aniquilado son sus propias existencias. No sólo hay en la novela muertes previas, voluntarias e involuntarias, sino que en realidad casi todos los personajes, y no son pocos, están también muertos de alguna manera. Siguen anclados en sus pasados personales, en aquellos hechos desgraciados que a cada uno le aconteció en distintos momentos de sus vidas y los que los mantiene aún vivos es esa herida profunda que desean curar con el odio creciente y la venganza como resultado final de ese odio. En conclusión, son personajes que sólo encuentran algo de esperanza en la venganza como bálsamo a su vida perdida.

Nunca suelo leer con libreta y lápiz en mano. No suelo anotar nada (salvo cuando estoy estudiando, claro), apenas alguna vez señalo/marco alguna página con algún texto que me parece relevante, con mensaje. A los pocos capítulos de empezar este libro he tenido que comenzar a anotar personajes y la relación que iba apareciendo en la trama de la novela. Primero pensé que con un formato "organigrama" me valdría para no perderme pero luego empezaron a salirme círculos y espirales de relaciones mientras seguía dibujando con la boca abierta cada línea. Al final, he optado por los triángulos para mostrar un triángulo inicial de relaciones entre Eduardo, Gloria y Arthur y de cada vértice del triángulo otros triángulos que a su vez se relacionan entre ellos. Cada relación ha sido una sorpresa, una inquietud, a veces un varapalo. El personaje que pensé idílico se me tornó pérfido; el que pensé maligno, fue de los que mejor me cayó al final. Todo el tiempo alerta esperando el giro, la traición a mis etiquetas iniciales, el engaño entre ellos y, sobre todo la traición, porque también es un libro de traiciones, allí donde pensamos que no es posible, la deslealtad aparece.

He paseado además con cada personaje por los lugares de sus recuerdos. He paseado con ellos por la Estación de Atocha (casi toco el agua de la neblina), por el Retiro y el Palacio de Cristal, por la cutres afueras del sur de Madrid y, sobre todo, por la sequedad y los amarillos de Argel y la mancha toledana. Una descripción cuidada, sentida y, diría, que vivida.

Por último, matrícula de honor del autor en la forma de escribir y de expresar. Me ha encantado el vocabulario y la manera de encajarlo en cada frase, en cada idea y, ¡¡¡¡ qué ideas !!!!!! Algunas te dejan sin respiración porque sin darte cuenta apenas, enfrascada en lo que pasa, Victor te deja caer de sopetón comentarios tan profundos, tan reales... tan duros que no puedes seguir mirando qué pasa, sino que te obliga a formar parte de esa realidad. ¿por qué no podría pasarte a ti? ¿cómo lo afrontarías tu? ¿te has sentido alguna vez así?. Lenguaje cuidado, exquisito y bien hilado en cada frase. Una delicia para los sentidos.

Concluyendo, no os la perdáis. Es una obra memorable que volveré a leer sin duda cuando quiera descansar de la mediocridad y de la rutina que nos emborracha los sentidos cada día.


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