Título: Antes de los años terribles.
Autor: Víctor del Árbol
Editorial: Destino, 2019.
Páginas: 464.
SINOPSIS.
«Antes de los años terribles yo era un niño feliz en ese lugar. La felicidad parecía el estado natural de la vida, algo tan obvio como que cada mañana salía el sol. Los primeros rayos de luz se colaban entre las ramas de palma del techo aquella mañana en la que todo empezó a cambiar.»
La vida de Isaías volvió a empezar el día que llegó a Barcelona siendo un muchacho y dejó atrás su mundo. Después de mucho tiempo ha construido una nueva vida junto a su pareja, mientras intenta abrirse camino con un negocio de restauración de bicicletas. Todo cambia el día que recibe la visita de Emmanuel, un antiguo conocido que lo convence para que regrese a Uganda y participe en un encuentro sobre la reconciliación histórica de su país.
Aceptar esa propuesta hará resurgir un pasado que Isaías creía haber dejado atrás. Se verá forzado a enfrentarse al niño que fue, mirarlo a los ojos sin concesiones y perdonarse a sí mismo, si quiere seguir adelante con su vida y no perder a su mujer, que pronto, y de la peor manera, descubrirá una terrible verdad: no siempre lo conocemos todo de aquellos a quienes amamos.
Cuando se ha llegado demasiado lejos, huir no es una opción.
IMPRESIÓN PERSONAL.
He leído este libro durante el verano, o sea hace más de un mes, porque ha sido en mi mes de vacaciones. El otro día en el trabajo charlando con unos informáticos de un tema que no viene a cuento, les puse como ejemplo y a modo de broma, que nadie de la empresa iba a viajar a Uganda. Yo misma me sorprendía y más tarde me preguntaba ¿de donde me ha salido a mi esto de Uganda? Podía haber puesto como ejemplo cualquier país de estos super-recónditos donde es difícil que vayamos a viajar, pero a mi me salió Uganda. Lo cierto es que desde que leí el libro de Víctor del Árbol, Uganda y sus gentes no se me van de la cabeza. Debe haber decenas de "Ugandas" en el mundo. Países que pasan por mil vicisitudes, donde ocurren miles de barbaridades ¿humanas? y donde la vida no vale más que la de un animal salvaje que tiene más o menos suerte dependiendo de una serie de elementos que ni siquiera puede controlar.
A mi me encanta como escribe Víctor del Árbol y me da igual si lo hace de una cosa o de otra o si la estructura es diferente, o si me lleva más lejos o más cerca, en España o donde Cristo perdió el mechero. Todo lo que narra es relevante, te remueve la conciencia, te hace sufrir ante una realidad que se anuncia cada día en el telediario mientras charlas de tus tonterías laborales con tu familia y te comes un buen plato que los de la tele nunca han podido disfrutar. Por eso lo que Víctor escribe siempre te duele. Duele porque consigue que centres la atención sobre hechos que a diario te pasan desapercibidos porque no quieres mirarlos y duele porque te das cuenta de lo banales, estúpidos y egoístas que somos los "desarrollados" occidentales, sin ir más lejos, nosotros mismos.
La sinopsis del libro explica unos hechos que yo no voy a repetir ni a ampliar. Son solo hechos que te transportan a un país donde todo es duro, donde apenas los niños y las niñas sonríen porque son raptados, violados y convertidos en ejércitos al servicio de guerrilleros que se pelean solo para verificar "quien la tiene más grande", sin un proyecto de país, sin una idea, aunque sea utópica, sobre un mundo ideal.
Como siempre tanto hechos y acontecimientos que suceden, ambientación y escenarios y, sobre todo, sentimientos, miedos, alegrías y decepciones te llegan tan hondo que te asusta. Unos personajes tan reales que no quiero conocerlos más a la mayoría de ellos. Me encantaría pensar que no existen en realidad. Que todo esto no es más que ficción. Pero mucho me temo que no. Que hay muchos como ellos y hasta peores que ellos porque siempre somos capaces de superarnos al mal. Me queda la esperanza de que muchas víctimas acaban salvándose aunque en sus mentes, esa gran herida nunca pueda cicatrizar del todo.
Sin duda, lo recomiendo.
A mi me encanta como escribe Víctor del Árbol y me da igual si lo hace de una cosa o de otra o si la estructura es diferente, o si me lleva más lejos o más cerca, en España o donde Cristo perdió el mechero. Todo lo que narra es relevante, te remueve la conciencia, te hace sufrir ante una realidad que se anuncia cada día en el telediario mientras charlas de tus tonterías laborales con tu familia y te comes un buen plato que los de la tele nunca han podido disfrutar. Por eso lo que Víctor escribe siempre te duele. Duele porque consigue que centres la atención sobre hechos que a diario te pasan desapercibidos porque no quieres mirarlos y duele porque te das cuenta de lo banales, estúpidos y egoístas que somos los "desarrollados" occidentales, sin ir más lejos, nosotros mismos.
La sinopsis del libro explica unos hechos que yo no voy a repetir ni a ampliar. Son solo hechos que te transportan a un país donde todo es duro, donde apenas los niños y las niñas sonríen porque son raptados, violados y convertidos en ejércitos al servicio de guerrilleros que se pelean solo para verificar "quien la tiene más grande", sin un proyecto de país, sin una idea, aunque sea utópica, sobre un mundo ideal.
Como siempre tanto hechos y acontecimientos que suceden, ambientación y escenarios y, sobre todo, sentimientos, miedos, alegrías y decepciones te llegan tan hondo que te asusta. Unos personajes tan reales que no quiero conocerlos más a la mayoría de ellos. Me encantaría pensar que no existen en realidad. Que todo esto no es más que ficción. Pero mucho me temo que no. Que hay muchos como ellos y hasta peores que ellos porque siempre somos capaces de superarnos al mal. Me queda la esperanza de que muchas víctimas acaban salvándose aunque en sus mentes, esa gran herida nunca pueda cicatrizar del todo.
Sin duda, lo recomiendo.