Título: La huella de una carta.
Autora: Rosario Raro
Editorial: Planeta, 2017.
Páginas: 544.
La apacible vida de Nuria con su marido, un comercial al que no ve lo que quisiera, se altera cuando ella lee en la prensa un enigmático anuncio que le despierta su sueño de dedicarse a la escritura. Sin saber a ciencia cierta de qué se trata, acepta convertirse en la escritora anónima de las respuestas a las cartas que el consultorio radiofónico de Elena Francis recibe. Su labor parece sencilla: encargarse de responder las cartas que no da tiempo a radiar.
Pero todo cambia cuando una oyente desesperada le habla de unos niños nacidos con terribles malformaciones. Nuria decide investigar su origen y destapa una trama internacional de corrupción que pondrá en jaque su vida y cambiará su destino para siempre.
IMPRESIÓN PERSONAL.
Me gustó mucho el primer libro que leí de Rosario Raro, Volver a Canfranc. Es más, desde entonces esa estación de tren es uno de mis anhelos viajeros, de esos lugares llenos de misterio a los que me gusta ir guiada por la literatura. Este año le toca a Cadaqués y sus alrededores guiada también por la novela de Gala que leí no hace mucho.
La huella de una carta nos traslada a la Barcelona y la España de los años 60, los años del Baby Boom ante la llegada de una incipiente mejora económica y la existencia de una pequeña apertura del gobierno franquista. Durante esos años, las mujeres vivían recluidas entre sus casas y la iglesia, dedicadas al cuidado de sus maridos y sus hijos sin más aliciente que escuchar las novelas de la radio y esperar a que sus esposos las sacaran de casa como si fueran "perritos" que lucir porque salir solas o con amigas estaba muy mal visto socialmente. Yo nací en el 63 y hasta que llegó la tele en blanco y negro, aún recuerdo a mi madre y a mis tías cosiendo toda la tarde sentadas en el zaguán de las casas con la radio puesta escuchando las novelas de Guillermo Gautier Casaseca o viendo en la tele novelas como Lucecita. Las viviendas eran de las mujeres por obligación y las vecinas eran como de la familia. Se intercambiaban platos, recetas, se bajaba o subía a hablar por teléfono a casa de la afortunada que lo tenía y yo anhelaba el sueño de mi vida que era tener una bicicleta y escapar a mi aire sin control por un pueblo que merecía la pena ser explorado.
Rosario Raro refleja en esta novela perfectamente este ambiente de los años 60 con las modificaciones que conlleva vivir en una gran ciudad como Barcelona donde existe el transporte público y la movilidad de una mujer puede, de alguna manera, diluirse entre el gentío y los barrios alejados de su residencia. Esto es lo que hace Nuria, la protagonista principal de la novela, servirse de su vecina para que le cuide a sus hijos en sus cada vez más numerosas ausencias por motivos de trabajo y ocultarse en la ciudad de miradas conocidas que puedan seguir sus movimientos mientras investiga un caso que ha llegado a sus manos y que aún hoy en día sigue sin cerrar y cuyas víctimas continúan sin ser reconocidas, aunque se van dando pequeños pasos que por desgracia no verán las víctimas ya fallecidas:
"El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (MSSI) se ha comprometido a destinar una partida en los Presupuestos Generales de 2018 para los afectados por la talidomida. La medida se ha anunciado este miércoles en una reunión que ha mantenido la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, con la Asociación de Víctimas de Talidomida en España (Avite)" (El País-26 de julio de 2017).
Nuria, es una mujer felizmente "resignada" a ser casada con su único hombre, un hombre, como casi todos en la época, machista hasta el extremo, egoista hasta el máximo y ególatra por necesidad de que alguien lo admire permanentemente. Con dos hijos pequeños, ve la posibilidad de trabajar desde su casa escribiendo las respuestas de las cartas de las oyentes del famoso programa radiofónico de Elena Francis, un programa patrocinado por por un instituto de belleza totalmente basado en la moral que le interesaba al propio instituto, al régimen y a la Iglesia Católica. Un programa destinado a conservar en las mujeres de la época el modelo de mujer esposa y madre sumisa y abnegada que sólo está en este mundo para cuidar de los hombres, procrear y ocuparse de su casa y de sus hijos a costa de su propia vida y su propio bienestar. Me imagino como mujeres como Nuria, con inquietudes y ganas de hacer cosas en la vida, debieron sentirse en esta cárcel falsamente abierta de la que no podían salir porque cada una estaba sola en su mundo y donde las apariencias eran la base de las relaciones sociales.
A través de este trabajo, Nuria conoce por una carta de una oyente, el caso de los niños que nacen deformes porque a sus madres embarazadas se les ha suministrado unas pastillas que contienen telamón (en la novela), la famosa talidomida real por la que aún existen un buen número de personas afectadas por este fraude farmacéutico. Cualquiera de los niños de esa época podríamos haber sido víctimas de este fraude y vernos ahora como se ven tantos enfermos que sufren todo tipo de discapacidades. Nuria junto a su compañero químico Boro Navascues inicia una investigación para descubrir y demostrar los efectos de esa medicación en muchos niños que están naciendo en Barcelona y que están siendo abandonados por sus madres en orfanatos ante la imposibilidad de hacerse cargo de ellos. A la vez, la propia investigación provoca cambios definitivos en la vida de la propia Nuria ante hechos personales que se entrecruzan con la propia investigación provocados por su marido.
Me gusta como escribe Rosario y me ha encantado especialmente leer esas múltiples cartas que Nuria ha de contestar para cumplir con su trabajo en la línea que le exige el programa radiofónico sometido a una férrea censura por parte de un cura, que leía cartas llegadas y contestaciones dadas antes de ser remitidas a las oyentes. Muchas de esas cartas relatan no sólo dudas o miedos. Muchas de ellas son verdaderos delitos: maltrato, violaciones, etc muchos de ellos ocurridos en el ámbito familiar.
En definitiva, La huella de una carta es una novela que merece la pena ser leída; una historia de ficción que bien puede ser una fotografía fija de una sociedad en los años 60-70 de un país retrogrado, donde la mujer no pinta nada más allá de su servicio a maridos e hijos y donde el negocio de las farmacéuticas, el ánimo de lucro llevado a su máxima expresión, ha malogrado la vida de tantos niños que nacieron en esos años y cuya vida sigue siendo un calvario aún hoy en nuestros días.
No quiero dejar de mencionar que Rorario Raro donará un porcentaje de los ingresos obtenidos en concepto de derechos de la venta de la novela a AVITE, la asociación de víctimas de la talidomida en España.
La tengo pendiente de lectura porque me tocó un ejemplar en un sorteo, a ver si puedo hacerle un hueco en breve. Besos
ResponderEliminarPues no me llamaba nada salvo la parte de la ambientación en Barcelona pero Ángela lo cuentas tan bonito que me han entrado ganas de leerla y todo.
ResponderEliminarUn beso
Yo te confieso que me da un poquito de pereza porque aunque me gusta lo que nos cuentas, la anterior novela de la autora no la disfruté plenamente.
ResponderEliminarBesos.
No he leído nada de esta autora, pero este libro me apetece un montón, ya lo tenía apuntado y tu reseña confirma mis ganas de leerlo.
ResponderEliminarBesos
No lo he leído todavía pero sí lo tengo pendiente aunque Volver a Canfranc no me acabó de gustar demasiado
ResponderEliminarYo disfruto mucho de estas historias que nos trasladan a otros momentos de nuestro país que no conocí. Además el tema de la mujer y lo de la talidomida me parece muy interesante.
ResponderEliminarBesitos
¿Qué cambio más radical de temática de la autora no??? Igualmente me apetece leerla por la ambientación en Barcelona. Besos y gracias por la reseña.
ResponderEliminarNo me llama mucho la atencion, lo dejo pasar.
ResponderEliminarSaludos
No he leído nada de esta autora aunque me había llamado la atención la portada. Me parece maravilloso que además de una novela interesante haga visible la lucha de tantos años de los afectados por ese medicamento, tantos años transcurridos y sin justicia para todos ellos.
ResponderEliminarUn beso
Me encantó Volver a Canfranc, sobre todo por sus connotaciones metaliterarias, y el estilo narrativo de la autora. Esta novela la leeré en el otoño. Me sorprendió este cambio de registro, pero se agradece que un autor no se enroque en un género determinado. Besos.
ResponderEliminarTiene buena pinta, sobre todo porque es una manera de conocer lo que ha pasado en nuestro país, así que apuntado queda. Besos
ResponderEliminarMe leí el primero de Rosario Raro y me gustó pero no consiguió atraparme la historia. Por cierto, si tienes ocasión visita la estación de Canfranc porque es muy bonita (te recomiendo la visita guiada teatralizada). Este, sin embargo, no me llama demasiado la atención de momento pero gracias por tu reseña.
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