Título: El hombre que perseguía su sombra.
Autor: David Lagercrantz.
Editorial: Destino, 2017.
Páginas: 608.
SINOPSIS.
Lisbeth Salander está cumpliendo condena en la cárcel de Flodberga, en la que intenta a toda costa evitar cualquier tipo de conflicto con el resto de las presas. Pero en el momento en el que Lisbeth se convierte en la protectora de la joven de Bangladesh que ocupa la celda vecina, la peligrosa líder de las internas la coloca en su punto de mira.
Holger Palmgren visita a Lisbeth y le explica que ha recibido una serie de documentos que contienen información relativa a los abusos que sufrió ella en su infancia. Salander acude a Mikael Blomkvist y ambos emprenden una investigación que puede sacar a la luz uno de los experimentos más atroces auspiciado por el Gobierno sueco en los años ochenta. Los indicios los llevan hasta Leo Manheimer, socio en la financiera Alfred Ögren, con quien Lisbeth comparte mucho más de lo que creen.
En El hombre que perseguía su sombra, la quinta entrega de la serie Millennium, David Lagercrantz entreteje una electrizante historia sobre el abuso de poder y las sombras que, desde niña, acechan a Lisbeth.
IMPRESIÓN PERSONAL.
Los libros de este autor se pueden leer de dos maneras: una primera, estableciendo una comparación permanente con el autor que inició la saga de Millenium, con lo cual encontraremos continuamente múltiples diferencias, y para los fans absolutos del autor original, estas diferencias serán motivo de crítica, muchas veces, acérrimas. Una segunda, la que yo elijo, leer las historias que me trae el autor de forma independiente, con unos protagonistas que me encandilaron hace años y que han ido evolucionando (¿y quien no?) y cuyos casos y situaciones vitales, me siguen interesando como ya lo hicieron en las primeras entregas. En realidad, con todo lo que han pasado juntos y separados, Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist, lo normal es que cambien, que aprendan, que crezcan y se comporten de forma diferente ante situaciones similares. O al menos, así lo veo yo. Y ese planteamiento me hace seguir disfrutando de unas tramas que me parecen bien montadas y bien hiladas a pesar de lo complejas que suelen ser siempre.
En esta ocasión, David Lagercrantz inicia su historia con Lisbeth Salander en la cárcel, acusada por haber retenido a un niño autista, al que salvó la vida por ello, pero injustamente juzgada, que debe permanecer en la prisión unos meses. La novela nos va a ir contando dos tramas paralelas: una primera, la que comienza en la misma cárcel cuando Lisbeth asume la protección de una chica india que está siendo maltratada diariamente por la interna líder de la prisión. Una segunda, que comienza cuando Holger Palmgren, en una visita que le hace, le comenta el contenido de una serie de documentos referidos a su infancia, unos documentos por los que luego es asesinado. A partir de esta visita, Lisbeth junto a Mikael se ponen a investigar porque está convencida de que mucho de lo que le pasó en la infancia, aparte de lo que se relaciona con su padre y los malos tratos que este infligía a su madre, tiene también que ver con el hecho de tener una melliza y las cosas a las que las sometieron a ambas, cuestiones que resultan muy lejanas en su memoria.
Si las dos tramas que nos presenta en esta ocasión el autor resultan sumamente interesantes y de gran actualidad, negras, muy negras ambas, no es menos importante que los personajes tiene una fuerza propia que hace que cada caso sea relevante a lo largo de toda la obra. Tengo que reconocer que son dos personajes que a mi, personalmente, me encantan y con los que nunca me aburro. Hacen una pareja bien coordinada aunque cada uno utiliza diferentes vías para conseguir la información que requieren, para llegar ambos y prácticamente a la vez al mismo lugar para poderse ayudar mutuamente. También me ha gustado ya, a estas alturas, la actuación de la policía, una policía que por fin parece haber aprendido después de cuatro entregas que tanto Lisbeth como Mikael son defensores de la justicia y que resultan un gran apoyo en casos que ellos jamás han podido resolver y, ni siquiera intuir que ocurrían en su país.
No os cuento más de este libro. No hace falta. A mi me ha gustado y me sigue gustando esta serie por mucho que el autor no sea el original. Sus tramas y sus personajes tienen tanta fuerza que superan con creces al autor. Y este los sabe recrear perfectamente con la soltura que ya le da una segunda entrega.
Deseando que llegue la sexta entrega el próximo mes de agosto, una entrega que, al parecer, cierra la saga Millenium.
En esta ocasión, David Lagercrantz inicia su historia con Lisbeth Salander en la cárcel, acusada por haber retenido a un niño autista, al que salvó la vida por ello, pero injustamente juzgada, que debe permanecer en la prisión unos meses. La novela nos va a ir contando dos tramas paralelas: una primera, la que comienza en la misma cárcel cuando Lisbeth asume la protección de una chica india que está siendo maltratada diariamente por la interna líder de la prisión. Una segunda, que comienza cuando Holger Palmgren, en una visita que le hace, le comenta el contenido de una serie de documentos referidos a su infancia, unos documentos por los que luego es asesinado. A partir de esta visita, Lisbeth junto a Mikael se ponen a investigar porque está convencida de que mucho de lo que le pasó en la infancia, aparte de lo que se relaciona con su padre y los malos tratos que este infligía a su madre, tiene también que ver con el hecho de tener una melliza y las cosas a las que las sometieron a ambas, cuestiones que resultan muy lejanas en su memoria.
Si las dos tramas que nos presenta en esta ocasión el autor resultan sumamente interesantes y de gran actualidad, negras, muy negras ambas, no es menos importante que los personajes tiene una fuerza propia que hace que cada caso sea relevante a lo largo de toda la obra. Tengo que reconocer que son dos personajes que a mi, personalmente, me encantan y con los que nunca me aburro. Hacen una pareja bien coordinada aunque cada uno utiliza diferentes vías para conseguir la información que requieren, para llegar ambos y prácticamente a la vez al mismo lugar para poderse ayudar mutuamente. También me ha gustado ya, a estas alturas, la actuación de la policía, una policía que por fin parece haber aprendido después de cuatro entregas que tanto Lisbeth como Mikael son defensores de la justicia y que resultan un gran apoyo en casos que ellos jamás han podido resolver y, ni siquiera intuir que ocurrían en su país.
No os cuento más de este libro. No hace falta. A mi me ha gustado y me sigue gustando esta serie por mucho que el autor no sea el original. Sus tramas y sus personajes tienen tanta fuerza que superan con creces al autor. Y este los sabe recrear perfectamente con la soltura que ya le da una segunda entrega.
Deseando que llegue la sexta entrega el próximo mes de agosto, una entrega que, al parecer, cierra la saga Millenium.