Título: Madera de savia azul.
Autor: José Luis Gil Soto.
Editorial: Ediciones B, 2019.
Páginas: 640.
SINOPSIS.
El destino de un niño.
Erik tiene apenas cuatro años cuando pierde a su madre en el gran terremoto que destruye Waliria, la capital de Ariok. Su padre, el carpintero Bertrand de Lis, y Astrid, la humilde viuda de un herrero, no pueden imaginar que la catástrofe no solo cambiará sus vidas para siempre, sino que, sin quererlo, les hará dueños de secretos que nunca hubieran querido tener que guardar.
El viaje hacia un reino de leyenda.
Tras el desastre, y alentado por una profecía, el rey decide emprender con su pueblo un peligroso viaje hasta tierras del sur. Una gran caravana se pone en marcha. La esperanza, el miedo y la ambición viajan con ellos.
La búsqueda de un padre.
A Bertrand solo le queda su hijo, y su única preocupación es cuidarle, pero un hecho inesperado cambia el rumbo de sus vidas. Así, quien era solo un hombre bueno y sencillo, se convertirá en protagonista de una aventura épica, impulsada por el profundo amor a su hijo y su deseo de volver a reunirse con él.
IMPRESIÓN PERSONAL.
Los que me conocéis ya sabéis que me encantan los libros de fantasía y este libro de mi paisano José Luis Gil Soto no solo me ha traído y presentado un nuevo mundo sino que he conseguido sentirlo muy cercano, porque muchas de sus características se asemejan a las que ya vivimos en nuestro medievo.
Madera de savia azul nos transporta a un nuevo mundo llamado Ariok. Como en mundos similares al nuestro, ocurre un terremoto que destruye su capital Waliria y el rey Magmalion decide que en vez de reconstruir de nuevo la ciudad, es mejor abandonarla y partir con su pueblo hacia los Grandes Lagos del sur. La novela nos va narrando los acontecimientos que van sucediendo a todo un pueblo en ese largo viaje en el que se nos van mostrando los personajes principales como Bertrand, Erik, Astrid, Barthazar y muchos otros que van tomando importancia en diferentes momentos del viaje y del posterior asentamiento en los Grandes Lagos.
La historia de Bertrand y Erik me ha enganchado desde el primer momento. El autor ha conseguido con unas descripciones muy fluidas y entremetidas entre los acontecimientos que acompañe a estos personajes durante todo su periplo viviendo y sufriendo cada hecho que les han ido aconteciendo. El viaje ha sido duro pero también es cierto que nos ha ido descubriendo una tierra llena de belleza, diversa y poblada con gentes que se han ido adaptando al lugar que han escogido para vivir, incluso los que plantean situaciones difíciles a los protagonistas de nuestra historia.
Los personajes están perfectamente encajados en la historia y, en su abundancia, los tenemos de todos los colores. Los malos son muy malos. No solo tienen poder a costa de cualquier cosa o cualquier persona, sino que ambicionan más poder aún, más riqueza, más reconocimiento, más mujeres... más de todo lo que ya tienen, aunque sea a la fuerza y bajo amenazas. Y lo buenos son excesivamente buenos, excesivamente leales y permisivos, perdonan más de lo que deben aunque no olvidan el sueño de vida por el que luchan de forma incansable, lo consigan o no. Unos personajes que, como el Guadiana, se pierden entre ellos durante algún tiempo para volver a reconocerse en otro punto del viaje o a su llegada.
En definitiva, una novela para degustar al ritmo de los acontecimientos, para ponerse en ruta con unos personajes con los que sentirás de todo: amor, odio, cariño, ternura, asco, miedo, lealtad, etc. Sinceramente, la recomiendo.