Eso era Berlín bajo el gobierno nacionalsocialista: una casa enorme y llena de fantasmas, con rincones oscuros, escaleras tétricas, sótanos siniestros, habitaciones cerradas y toda una buhardilla llena de poltergeists sueltos, arrojando libros, cerrando puertas de golpe, rompiendo cristales, gritando en medio de la noche y aterrorizando a los propietarios hasta tal extremo que había veces que estaban dispuestos a vender su casa y escapar. Pero la mayor parte del tiempo sólo se tapaban las orejas, se cubrían los ennegrecidos ojos y trataban de hacer como si no pasara nada malo. Acobardados por el miedo, hablaban muy poco, ignorando que la alfombra se movía bajo sus pies y su risa era esa clase de risa nerviosa que siempre acompaña a los chistes del jefe.De Violetas de Marzo de Philip Kerr.
domingo, 13 de octubre de 2013
VIOLETAS DE MARZO
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