LORENZO SILVA
Resumen.
Tras una decepcionante experiencia con el sistema judicial, que ha puesto en libertad a un asesino al que había detenido después de una larga investigación, el brigada Bevilacqua, alias Vila, se halla desencantado y más escéptico de lo que acostumbra. Así se enfrenta al nuevo caso que le ocupa: un hombre llamado Óscar Santacruz ha aparecido con dos tiros en la nuca en el ascensor de su casa. Parece el «trabajo» de un profesional, lo que se antoja desmesurado dada la poca trascendencia de la víctima, que tiene algunos antecedentes menores por tráfico de drogas y violencia de género. Vila y su compañera, la sargento Chamorro, afrontan la tarea, muy a regañadientes por parte de Vila, actitud que empezará pagando «el nuevo», Arnau, un joven guardia que poco a poco se irá ganando la confianza del brigada.
Parece que los problemas en la vida de Óscar, aparte de sus roces con la justicia, se limitan a su divorcio, mal llevado y con un hijo de por medio. Pero, ¿qué esconde la denuncia que pesaba sobre la víctima por malos tratos? ¿Y su detención por tráfico de drogas? ¿En qué oscuros asuntos estaba envuelto este hombre en apariencia tan poco peligroso?
Una novela sobre los claroscuros de las relaciones, sobre los errores y aciertos de los jueces, sobre los vericuetos de la moderna investigación policial, sobre las injusticias que provocan las leyes y sobre el mal, que a menudo está entre lo que tenemos más cerca, incluso entre lo que un día amamos.
Impresión.
Hacía varios años que no leía nada de Lorenzo Silva y la verdad es que ha sido todo un reencuentro; un reencuentro sencillo, ágil y sin aspavientos, incluso, en ocasiones ocurrente por la práctica sutil de la ironía.
Me ha parecido una buena novela negra, entretenida y fácil de leer y procesar, aunque en general me gusta más la novela negra que suele dar un giro al final y me sorprende en el desenlace del caso en cuestión. Es lo que quizá menos me ha gustado de esta novela, que prácticamente desde el principio sabes como se han dado los hechos y quienes son los responsables. Todo el tiempo de lectura pensé que al final el autor me iba a sorprender con un giro inesperado en la historia, pero éste no se produce. Sin embargo, la frescura de los protagonistas, de todos ellos, por cierto, los comentarios, las descripciones, las citas filosóficas y psicológicas me han enganchado totalmente. Hay unas descripciones de Madrid preciosas y envolventes, vividas y sentidas por Vila a cada paso que da por la ciudad; una crítica velada de las injusticias que muchas veces provoca la propia ley que intenta responder a demandas sociales y que en muchos casos impide registrar la realidad específica de cada caso, tal y como le ocurre a Oscar; la inocencia inteligente del guardia novato que aguanta con tesón las pruebas que le hace su jefe porque sabe que tiene muchas posibilidades de aprender cada día; y esa oda al compañerismo entre Chamorro y Vila que caminan con seguridad en una relación profesional que afianza cada día una relación personal basada en el respeto y la confianza.
En fin, como veis, me ha gustado mucho la novela de modo que no volveré a alejarme tanto tiempo de este autor. No merece mi olvido.
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