LA CIUDAD DE LOS OJOS GRISES

de Feliz G. Modroño.

Resumen oficial.

Tras varios años viviendo en París, Alfredo Gastiasoro regresa a Bilbao cuando se entera de que Izarbe ha muerto. Su retorno pretende ser el último homenaje a la mujer que amó, pero pronto se convertirá en una pesquisa sobre las inquietantes circunstancias que rodearon su muerte. 

Alfredo tendrá que enfrentarse a su propio pasado, reviviendo una historia de amor que coincide con la época en que Bilbao pasa de ser una población casi rural a convertirse en una de las ciudades más prósperas del Viejo Continente. 

Magníficamente ambientada en los primeros años del siglo XX, y a medio camino entre novela negra, el género histórico, el relato sentimental y hasta el de viajes, La ciudad de los ojos grises es, sobre todo, una bella historia de suspense y nostalgia, de amor por una mujer y una ciudad.

Impresión.

Creo que para los adictos a la lectura no hay nada mejor empezar la lectura de una de ellas sin grandes expectativas o "a la aventura" y encontrarte con el "novelón" que yo me he encontrado con La ciudad de los Ojos grises. A pesar de ser una novela que se hizo con su fama en el año 2012 colocándose en el primer puesto de las novelas seleccionadas por los blogueros en el concurso anual organizado por el Club Literario Creatio, yo no la conocía por razones obvias: hasta agosto de 2013 este blog no existía y yo tampoco deambulaba por la blogosfera para seleccionar mis lecturas. Escogí el libro por su título, que me encanta, porque me chifla Bilbao, la ciudad donde se desarrolla la mayor parte de la historia, y porque la portada me resulta inmejorable para lo que el título y la ciudad representan.

La ciudad de los ojos grises no puede encuadrarse en un género concreto. Para mi ha sido una parte de novela criminal y políciaca sobre un caso de asesinato, el de Izarbe Campbell que es investigado por el comisario de la policía bilbaina, Fernando Zumalde y por el protagonista principal Alfredo Gastiasoro, profesor de arquitectura que regresa de París ante la muerte de su primer y gran amor de toda la vida. Pero también es una novela de amor, mejor dicho de desamor. Todos los personajes principales han condicionado sus vidas a amores frustrados: Alfredo con Izarbe; Izarbe con Javier Gastiasoro; la madre de Izarbe con su padre y con el padre de Alfredo; Fernando con Begoña. Todos ellos aman con rotundidad pero con esa misma rotundidad, determinadas situaciones vitales les impiden disfrutar de ese amor. Desde ese punto de vista es una novela triste, donde se describen a la perfección los sentimientos frustrados y el tiempo irrecuperable que se ha perdido. Se siente en cada página el amor pero también el desamor y la frustración y la sensación de pérdida. A lo largo de la historia he sentido perfectamente esa tristeza latente vestida de misterio que acompaña el desarrollo de la novela y las causas de tanto fracaso personal. ¿por qué amando tanto, ninguno llega a ser feliz?

Y también es una novela histórica donde se refleja claramente una época convulsa previa al comienzo de la I Guerra Mundial, donde los acontecimientos que llevan a ella se reflejan en la acción de la novela. De hecho, la novela termina justo en el momento en que los alemanes toman Paris.

Los personajes están perfectamente trazados en cada uno de los papeles que juegan destacando entre todos ellos Alfredo e Izarbe, que aunque muerta, se dibuja a través de los recuerdos de Alfredo y de otros personajes que interactuaron con ella. Toda una mujer que rompía esquemas en su época, feminista, solidaria con los más desfavorecidos, ideológicamente de izquierdas, militante constante a nivel social y cuya existencia encierra un misterio que afecta a Alfredo, el amor de su vida y que determinará su existencia.

Alfredo Gastiasolo, el protagonista principal a través del que conocemos la historia, nostálgico, solitario y enamorado de una sola mujer, Izarbe, que ante la imposibilidad de su relación decide huir a Paris, donde ha intentado recomponer su vida, consiguiéndolo a duras penas. Es también el gran ignorante de la novela y el que, precisamente por esa ignorancia, investiga hasta sus últimas consecuencias.

A ambos protagonistas le acompañan todo un elenco de secundarios nada desdeñables como Fernando Zumalde, su amigo comisario, La Sultana una artista de segunda categoría del nuevo Bilbao, Javier Gastiasolo, hermano de Alfredo o la madre de Izarbe.

Conocí Bilbao hace muchos años, cuando la ciudad era gris y oscura, contaminada y con un olor característico que me producía rechazo. Fue una de esas ciudades que me gustó tan poco que me dije que no merecía la pena volver a pesar de ser una entusiasta del País Vasco. Sin embargo, hace unos años unos amigos de trabajo del Ayuntamiento de Bilbao y yo nos hicimos una apuesta para mi retorno a la ciudad. Perdí la apuesta porque cuando regresé a la Bilbao de hoy en día no me podía creer el cambio que se había producido en no mucho tiempo. Bilbao me enamoró y, tanto, que este año he regresado de nuevo.

Quitando mi debilidad confesa por esta ciudad y su transformación en pocos años, la novela nos cuenta otro gran cambio drástico que sufrió Bilbao a finales del siglo XIX y principios del XX, el paso de una pequeña villa a gran urbe con la llegada en aluvión de inmigrantes de todos lados de España ante la llamada del desarrollismo provocado por la minería del hierro en Vizcaya. En muy poco tiempo, las características típicas de pequeña villa donde todo el mundo se conoce, todos saben de todos y, por tanto, donde se da una cierta endogamia en las relaciones personales, se pasa a conformar una ciudad incierta que ha de cruzar la ría para extenderse urbanísticamente y dar cabida a la cantidad de nuevos pobladores, la mayoría de clase proletaria, que acuden a la llamada de un puesto de trabajo por muy miserable que éste sea. Son años de confusión donde la población autóctona mira de reojo y con distancia a sus nuevos vecinos que de forma inevitable, por su gran número, empiezan a conformar un tipo de vida diferente al que existía y donde poco a poco comienzan a dar forma a nuevos movimientos políticos y sindicales de corte moderno en defensa de lo que acabará siendo la mayoría de la población de la ciudad. Aparecen así en la novela personajes de la época como Indalecio Prieto o Facundo Perezagua en representación de la clase obrera y dentro del Partido Socialista del País Vasco, y también figuras como María de Maeztu en los albores del feminismo y de la educación laica, o Sabino Arana, padre del nacionalismo vasco.

Otra ciudad vizcaína que aparece en el libro es Portugalete, lugar, sobre todo, de veraneo de los personajes principales.

En resumen, el dibujo de los escenarios y de la época en que éstos se dan no es que sean perfectos, es que son pluscuamperfectos y me han encantado los recorridos por las calles, los puentes, los establecimientos y hasta los colores grisáceos que describen la neblina y el chirimiri en la ciudad.

También aparecen otros escenarios reseñables como el Paris de la época, sobre todo, Montmartre donde en esos años se mueven artistas como Gauguin, Francisco Durrio, Picasso, etc.

En conclusión, nadie debe perderse esta novela. A mi me ha encantado, he sentido mucho que se me acabara la historia y que tuviera que distanciarme de los personajes y de su ciudad. Y los sigo echando de menos aún hoy.